La historia no es un cúmulo de acontecimientos sin orden y sin objeto, sino una serie de eventos orientados a un fin; es el producto de la libertad humana como autodeterminación, y tiene por objeto la libertad humana como el máximo de no impedimento y de no constricción[1].
La inestabilidad es una característica principal del mundo; nos encontramos en constante cambio. En el devenir humano encontramos siempre formas diversas de ver el mundo, variantes además según el lugar. Entre las mútiples características que nos distinguen como seres humanos, y que cada vez son más disltintas, la forma en que satisfacemos nuestras necesidades no son ya las mismas que antes, puesto que éstas también cambian. Así, es posible ver que la forma en que se produce y se reparte lo producido varía en cada época, y estas formas están marcadas por manchas de sangre que, aunque cada vez se vuelven más pequeñas, sin duda alguna aún no han desaparecido, lo cual no es más que un paso hacia nuevas formas de explotación y dominación.
En consecuencia de esto aparecen a lo largo de la historia múltiples formas de protestas que han buscado resolver las diferencias, o por lo menos suavizarlas, con variadas formas de movimientos sociales. Éstos son un fenómeno social que atiende a las particularidades de cierta época; han sido desde una huelga, sindicatos, movimientos estudiantiles, pacifistas, hasta movimientos artísticos, y que pueden conducir a una revolución. Tienen la finalidad de comunicar sentimientos, sobre todo de las necesidades más básicas. Actualmente gran parte de estos movimientos se han dejado de tomar en cuenta, lo que trae repercusiones en un estado declarado democrático, puesto que deja de ser escuchada la voz del pueblo.
¿Qué es lo que ya no permite avanzar? Una posible explicación de este problema se halla en un atraso de las formas de actuar de los movimientos sociales a la nueva forma de vida, paradigmas y problemas modernos, que son ya predominantes en la sociedad; los movimientos ya no responden a las nuevas necesidades. Entonces, una de las causas más importantes es de las acciones que toman los actores de estos movimientos, controladas por el antiguo paradigma, inutilizando más su método cuando sus bases teóricas tomadas como bandera se encuentran suspendidas en un limbo junto con su ideología, el cual al no resolverse limita sus acciones hacia una dirección lejana de sus ideales.
Así, nos damos cuenta que para una visión más integra de las causas que impiden el éxito de un bien común no basta estudiar las acciones de los distintos Estados, o las medidas que toman las empresas, sino también mirar hacia adentro de los movimientos.
En México, el Sindicato Mexicano de Electricistas es una muestra clara de estas nuevas formas de acción, que muchas veces terminan sólo en un intento, y cuyas frustraciones pierden la confianza del pueblo en un futuro incierto; las acciones del SME parecen haber quedado truncadas, limitadas por políticas internas ineficaces. Por lo tanto es necesario un análisis de su ideología, ya que ésta expresa en sus acciones y argumentos toda una gama de factores que influyen en este movimiento social; es necesario realizar una observación detallada y profunda para poder también ubicar sus actos incongruentes. Como movimiento social, éste debe pasar por constantes cambios para poder lograr su cometido. De esta manera vemos la necesidad de indagar en qué medida este movimiento es tan sólido como para poder consolidarse como poseedor de una meta y un fin que no sean, de cierta manera, inalcanzables.
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